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Archivos Mensuales: May 2014

En el eje cronológico de la humanidad, vivimos hasta cierto punto. Y acabamos muriendo. Falleciendo. Se nos apaga el cuerpo y el corazón se nos cansa de tanto latir.  

 

Creo que la palabra muerte asusta demasiado. Pero no es salvo un paso más en la evolución de uno. Yo la asocio al término superación, superación de la vida a espera de otra mejor, más intensa.

 

A morir enferma, prefiero morir haciendo cosas que siempre he querido hacer. Prefiero que me venga de repente. Que me sorprenda, y yo la asuma. Nunca me han gustado las despedidas, sería todo un drama. Jamás me han gustado los dramas. Aquello sería el momento más triste tanto en mi vida como en la de los demás. A eso, prefiero morir feliz, de golpe, de forma impredecible y espontánea.

Me gustaría que incineraran mi cuerpo. Nada de tumbas o huesos pudriéndose. Sólo es un cuerpo físico sin vida, un cadáver. El alma se nos va, se va divagando a la espera de un nuevo uso. El alma estará bailando en el vacío durante algún tiempo, pero acabará volviendo y dándole energía a un cuerpo u otro. No quiero luto ni gente vestida de negro. Quiero que cuando tiren mis cenizas por los campos del país en el que he crecido, verdes campos, mi gente vaya vestida de colores alegres. Alegres porque no es un entierro, es una liberación y ha de ser una promesa de vivir más y mejor por aquellos que siguen atados a este mundo. Quiero que se acuerden de los buenos momentos, quiero que llenen los campos de energía positiva, al estilo del cuadro «A picnic party» de William Kay Blacklock. Quiero que tiren mis cosas, que reformen mi casa, que no teman tirar paredes. Son sólo cosas. Son sólo paredes. Que cuiden su alma. Es lo único que quiero que mantengan. Que vivan.

 

No pasa nada. Todo va a ir bien.

Ella no viene como un lunes sin fin. Viene sólo si abres los ojos y levantas el culo de la cama. Te da de repente como un puñetazo en la cara y no tienes más remedio que aceptarla y cuidar el moratón.

Viene cuando menos la esperas y cuando más la necesitas. ¡Ojo! No viene cuando más la esperas y más la necesitas. Le gusta sorprenderte y dejarte boquiabierto, sin palabras y sin saliva.

A ella le gusta volverse a ir tal y como ha venido: de forma inesperada. Lo sé, puede ser una verdadera zorra, pero es porque no quiere que le tengas expectativas. Las expectativas llevan a la decepción, y es algo de lo que ella está consciente. Las expectativas son las que tienen tus padres en ti, y hacen que le tengas miedo al fracaso. En cambio, ella tiene esperanza. La esperanza lleva a la posibilidad de que te ocurran un sinfín de sucesos que tú, aunque no lo sepas en ese momento, los necesitas para superarte a ti mismo y para crecer.

La felicidad es lo que tú necesitas. Has de dejarla ocurrir. Has de dejarte llevar. Has de vivir tu vida de forma activa sin esperarla. A veces viene, pero tú no te das cuenta porque estás enfrascado con la que acaba de pasar. Supérala. Abre tu mente y tus posibilidades.

Ella es la felicidad. Déjala venir. Déjala irse.