Yo soy ese segundo de valor. Ese único segundo que necesitas. Perder la razón, perder la cabeza, perder las responsabilidades.
¿Hay que ser adulto y responsable? Mentira. Eso es lo que nos venden. Hay que cuidar al niño que se lleva dentro. Hay que sacarlo a pasear, darle de comer, hacerlo reír.
¿Cómo pretendes tener imaginación si domina la parte adulta? Hay que controlar ambas partes y saber cuándo sacarlas a la luz. Sí, uno tiene que ser bipolar para sobrevivir.
Bipolar, coherente y consecuente.
Loco.
Uno tiene que estar chalado.
¿Cómo pretendes estar con alguien, con una segunda persona, con una segunda alma, si no conoces a la tuya propia?
¿Es eso mucho pedir de ti? ¿Acaso es mucho pedir que te quieras a ti mismo para que así me puedas querer a mí? ¿Cómo te atreves siquiera a mirarme en lo más hondo de mi ser, y luego girar la mirada?
Será que la débil soy yo. Ilusa de mí. ¡Cómo osa creer la niña que hay en mí! ¡Adulta insolente con aspiraciones!
¡Gallina de ti! ¡Cómo te falta el valor! ¿Es que tanto te asusto? ¡Indeciso!
Pues ahí te quedas. ¡Aprende a conocerte, apreciarte y quererte! Mata ese hambre que tiene tu alma. ¡Manténle la línea para la siguiente que la quiera conocer!
A mí ya habrá quien me quiera. Habrá algún chalado que sepa verme. Alguien que me diga que, por muy absurda que parezca mi idea, quiere hacerlo también, quiere ir conmigo al sitio más irracional del mundo. Habrá algún loco que sepa hacerme brillar.
Mientras tanto, seré yo misma, esa misma a la que no conoces y despreciaste. Mientras tanto, disfrutaré de mi tiempo con la niña que hay en mí. Iremos a correr, jugaremos en los columpios, bailaremos en plena calle y chapotearemos en los charcos. Mientras tanto, creceré como persona. Y le daré mi amor al mundo. Que está muy hambriento.